Una graduación se llevaba a cabo en el aula magna de la universidad y quien se encuentra dentro de ese grupo de graduados es precisamente Jhon, un profesional que se distinguió por ser un estudiante de muy alto rendimiento y que con su cartón de ingeniero en la mano, solo pensó en celebrar. Llegó a su residencia y compartió familiarmente un rato. Sonó su celular y era Carlos, un amigo de la infancia con quien siempre mantuvo una buena amistad. Lo felicitó por su triunfo y Jhon aprovechó y lo invitó a su casa.
Jhon le manifestó su deseo de divertirse de manera tranquila, libre de estrés por el cumplimiento y responsabilidad que siempre había tenido. Expresó que después de cinco años y medio de estudio, estaba con la disponibilidad de tiempo para darse un buen cambio de actividad y disfrutar relajadamente.
Su amigo Carlos recordó haber recibido un volante que informaba sobre una fiesta en el nuevo y recién inaugurado Punto a media noche. Estaba localizado en las afueras de la ciudad, y la expectativa por conocer el sitio y el deseo de celebración, los hicieron ir a ese lugar a disfrutar de la música y demás programación descrita en aquel volante.
Efectivamente, llegaron pasadas las once de la noche y se ubicaron en un mirador en el que se apreciaba una hermosa vista de la ciudad iluminada. Había luna llena y estrellas en el firmamento, que hacían de esa noche, lo que él había deseado. Antes del anuncio del show de media noche, Carlos y Jhon conocieron varias mujeres entre los 22 y 27 años aproximadamente. Atraídos por sus encantos, quisieron compartir más de cerca, sin compromiso alguno.
El show, en plena acción, promovía captar la atención mediante la integración de los comediantes con el mismo público juvenil concentrado en el sitio. Esta integración y con los tragos encima, hizo reaccionar eufóricamente a los nuevos conocidos y Jhon, quien fuera de sí suscitó el desorden, se pasó en un momento a golpes con unos tipos, por defender a las mujeres y por Carlos, que al final, participó de la misma manera.
La policía no demoró en hacerse presente, llevándoselos a pasar la noche en la inspección más cercana. La familia de Jhon llegó al día siguiente a la inspección para llevarse a su hijo y amigo de vuelta a casa.
Tanto Jhon como Carlos aprendieron la enseñanza de su experiencia vivida: Juraron que nunca volverían a relacionarse con personas desconocidas porque podrían tener consecuencias desagradables, de las cuales tendrían que arrepentirse más adelante.
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